En noviembre del año pasado estuvimos coordinando junto al espacio cultural ZZZINC las jornadas Destrucción Creativa. Las sesiones, que se desarrollaron a lo largo de dos días intensos, constaban de cuatro bloques. El primero, centrado en aquellas narrativas que han entendido el mercado como mecanismo y espacio natural de relación e intercambio entre iguales. Participaron Montserrat Galcerán, Dabid Martínez de Laborategia, Carlos Fernández Liria de la Universidad Complutense de Madrid y Margarita Padilla de DABNE y estuvo moderado por Rubén Martínez de La Hidra Cooperativa.
El segundo bloque lo dedicamos a intentar superar el discurso de la innovación alrededor de las ciudades (Smart City), profundizando en qué mecanismos de interlocución pueden establecerse entre ciudadanos y gestores. Lo conducía Manu Fernández y participaron Iñaki Romero Larrea de Paisaje Transversal, Daniel Sarasa de Milla digital y Julia López Ventura de Habitat Urbà (Ajuntament de Barcelona).
El tercero, dedicado a analizar el papel emergente de la ciudadanía en la producción de conocimiento científico. Moderado por José Luis de Vicente de ZZZINC y en el que participaron Antonio Lafuente del CSIC, Josep Perelló de la UB, Ramón Sangüesa de Cocreating Cultures y Tomás Díez de Fablab Barcelona.
Por último, el bloque sobre democracia titulado ¿Una asamblea mundial diaria para decidirlo todo?. En este bloque partimos de situar las narrativas utópicas que se han ido construyendo entorno a la democracia participativa, democracia directa o, en definitiva, el ideal histórico de una asamblea universal, horizontal y continua para la toma de decisiones políticas.
El primer objetivo de este panel sobre demodracia era afinar el análisis respecto a las posibilidades reales de un espacio democrático institucional de nuevo cuño teniendo en cuenta sus retos organizativos, el funcionamiento de los mecanismos posibles de fiscalización y control de mandato o las garantías materiales a tener en cuenta para asegurar una participación social activa y vinculante. En segundo término, el objetivo del panel era contrastar colectivamente cuánto queda de las narrativas utópicas en la hibridación entre movimientos sociales y apuestas institucionales y cuántas de esas promesas son posibles gracias a una nueva coyuntura que permite un incremento de la calidad democrática.
Aprovechando la ocasión, realizamos entrevistas a las personas que participaron en este último panel moderado per Nuria Alabao de La Hidra Cooperativa y que estaba formado por Beatriz García de Ganemos Madrid, Gala Pin de Guanyem Barcelona (ahora, Barcelona en comú), Pablo Echenique de Podemos (elegido Secretario General de Podemos Aragón) y Pablo Simón de Politikon. En este conjunto de entrevistas se abordan cuestiones como el salto a las instituciones por parte de nuevas formaciones políticas o las tensiones entre participación y representación y se ofrece un diagnóstico temprano sobre el proceso municipalista. Uno de los temas que aparece una y otra vez durante las entrevistas tiene de fondo un debate fundamental respecto a los objetivos de estas nuevas organizaciones políticos. Se trata de situar algunas ideas y reflexiones de fondo sobre si el objetivo es un cambio de actores políticos o un cambio de reglas.
En ese sentido, Beatriz García comenta que ganar pasa por «modificar las reglas de manera que el control y el seguimiento de esas nuevas personas en los cargos sea la clave del proceso». Gala Pin, en una dirección similar, apunta que «no se trata de que se sea mejor o peor persona, sino que la democracia sea una labor conjunta y no de unos pocos de quienes esperamos lo hagan bien». Pablo Echenique, añade que «hay mecanismos que pueden facilitar la regeneración cuando la confianza entre gobernante y gobernados se rompe, como la revocación de mandato». Pablo Simón ofrecía un análisis crítico sobre esta cuestión: «yo soy moralmente agnóstico. Esto significa que para mi las personas no son tan relevantes como las instituciones y los procesos que ocurren dentro de ellas. Creo que la mayoría de la ciudadanía no está pensando en esos mecanismos, sino en nuevos partidos y nuevas organizaciones. Los nuevos actores deben tener en cuenta que más allá de ganar, se tienen que poder implementar mecanismos institucionales que eviten incurrir en los mismos errores».
Es evidente que nadie quiere ni cree posible nada parecido a una asamblea mundial diaria para decidirlo todo. Pero también parece claro que la delegación de mandato ha de contar con mecanismos institucionales que eviten la corrupción, la connivencia público-privada o las puertas giratorias. El diagnóstico parece claro y el reto de la nueva política ya lo situaba el 15M: no se trata de más confianza sino de más democracia.